martes, 27 de octubre de 2009

Hace unos días atrás me pasó de enviar un mail a todos mis contactos contándoles que estaba en Cusco (con s lo dicen los peruanos y con z los españoles -el nombre original era Qosqo) y recibí una respuesta que me puso a pensar.
Mi prima hace 12 años que vive en España. Y no se fue exiliada ni política ni económicamente. Fue de esas que se fueron porque necesitaban "vivir mejor". Me responde que para ella será entonces Cuzco, porque no reniega de España, tiene 2 hijas españolas y le hubiera gustado serlo a ella también.
En primer momento me dejó sin palabras. Luego lo medité y me dí cuenta que no valía la pena explicarle un poco cómo fue que se dió la historia, y cómo ella con esas palabras justificaba, a mi entender, la devastación de América Latina. Pensé sí, sugerirle que leyera Las Venas Abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, donde hay una descripción casi fotográfica de nuestra historia. Yo, que tuve la suerte de recorrer América Latina, encuentro que ese libro escrito hace casi 40 años, es como las fotos que yo guardé de cada lugar que conocí. Pero después de reflexionarlo un rato, entendí que tampoco tenía sentido.
Y me di cuenta que no vale la pena siquiera intentarlo. Intentar que se cuestione y entienda. Intentar que saque sus concluciones.
La vida es más fácil en una burbuja, pero también menos vida.

La desmemoria

Una vez más el pueblo uruguayo ha demostrado que no tiene buena memoria. Carece de ésta a corto, mediano y largo plazo.
Y no me sorprende, porque no es algo de ahora. Es de siempre.
Es eso que acompaña muy bien de la mano a nuestras contradicciones.
O sino observemos un poco nuestra historia.
¿Qué cosa más contradictoria y desmemoriada es el lugar que ocupa José Gervasio Artigas en nuestra sociedad?
Porque lo tenemos como nuestro héroe nacional, el prócer de la patria. Lo homenajeamos. Le cantamos.
Pero nos olvidamos como lo traicionamos y desterramos.
Algunos ejemplos:
"Que los más infelices sean los más privilegiados", y se expropiaron tierras que fueron otorgadas para ser trabajadas. La oligarquía del momento, desconoció los documentos firmados por Artigas, volviendo a quitarles a los campesinos sus tierras, para volver al latifundio.
"El despotismo militar, será aniquilado con trabas constitucionales, que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos" (Instrucciones del año XIII, 1811), y hoy, a 198 años dejamos impune lo que nunca debió haber pasado.
Son miles las cosas que podemos escribir.
Sólo me queda perdiles perdón a Artigas y a todos aquellos que no estan. Que como él sufrieron la traición de su pueblo.